Cuando el sol se empeña en no salir,
sin contar cuántas veces lo esperemos,
confundimos las sombras con el cielo
y tenemos la sospecha de su fin.
Cuando el oro se oscurece con azules
y a ese azul, lo sigue un manto gris,
nos sentimos condenados a vivir
con la eterna compañía de las nubes.
Y es que el sol se empeña en no salir…
sin contar cuántas veces lo esperemos,
confundimos las sombras con el cielo
y tenemos la sospecha de su fin.
Cuando el oro se oscurece con azules
y a ese azul, lo sigue un manto gris,
nos sentimos condenados a vivir
con la eterna compañía de las nubes.
Y es que el sol se empeña en no salir…