Avanzamos casilleros
en un juego cuyas reglas
fueron escritas por manos
invisibles y con letra
que no se puede leer
hasta llegar a la meta;
que no se logra entender
sino al final de la rueda,
que nos empuja a avanzar
en esta especie de arena.
Y vamos contra los tigres,
y redoblamos la apuesta,
y tarde quizás, sabemos,
que termina donde empieza.
Pero ese mapa tortuoso
que sin piedad nos marea,
también nos sorprende a veces
con un jarro de agua fresca,
que tiene tanto de dulce
como de efímera fiesta,
y sin querer nos ayuda
a seguir entre las piedras,
a pesar de que los pies
manchen con sangre las huellas.
El amor suele esconderse
detrás de espinas inmensas,
en los bosques más oscuros,
o debajo de las hiedras.
Y depende de nosotros
encontrarlo entre las cuevas,
rescatarlo de las sombras,
salvarlo de las tormentas,
abrazarlo con la gracia
que le ayude a tomar fuerzas,
y no dejarlo morir
de soledad y tristeza.
Porque tal vez.. (nadie sabe…)
tras la curva más artera,
nos esperan esos ojos
inspirados en las perlas,
que justifican el caos
del camino y nos compensan,
y nos conceden el lujo
de cumplir una quimera.
Y no debe haber tesoro
más sublime que posea
un alma que se enamora
de otra que nace gemela.
Que solas se buscan siempre,
que separadas se anhelan,
y que juntas atesoran
la más soñada sinergia.
Y aunque no duren por siempre,
(ninguna gloria es eterna…)
su recuerdo nos conduce
con más luz, a patria cierta.
Su recuerdo, nos ayuda
a pisar firme la greda,
a encontrar un buen destino
y a descifrar las respuestas,
que anhelamos todos antes
de descansar en la tierra.
El amor suele esconderse
detrás de espinas inmensas,
en los bosques más oscuros,
o debajo de las hiedras.
Y depende de nosotros...
en un juego cuyas reglas
fueron escritas por manos
invisibles y con letra
que no se puede leer
hasta llegar a la meta;
que no se logra entender
sino al final de la rueda,
que nos empuja a avanzar
en esta especie de arena.
Y vamos contra los tigres,
y redoblamos la apuesta,
y tarde quizás, sabemos,
que termina donde empieza.
Pero ese mapa tortuoso
que sin piedad nos marea,
también nos sorprende a veces
con un jarro de agua fresca,
que tiene tanto de dulce
como de efímera fiesta,
y sin querer nos ayuda
a seguir entre las piedras,
a pesar de que los pies
manchen con sangre las huellas.
El amor suele esconderse
detrás de espinas inmensas,
en los bosques más oscuros,
o debajo de las hiedras.
Y depende de nosotros
encontrarlo entre las cuevas,
rescatarlo de las sombras,
salvarlo de las tormentas,
abrazarlo con la gracia
que le ayude a tomar fuerzas,
y no dejarlo morir
de soledad y tristeza.
Porque tal vez.. (nadie sabe…)
tras la curva más artera,
nos esperan esos ojos
inspirados en las perlas,
que justifican el caos
del camino y nos compensan,
y nos conceden el lujo
de cumplir una quimera.
Y no debe haber tesoro
más sublime que posea
un alma que se enamora
de otra que nace gemela.
Que solas se buscan siempre,
que separadas se anhelan,
y que juntas atesoran
la más soñada sinergia.
Y aunque no duren por siempre,
(ninguna gloria es eterna…)
su recuerdo nos conduce
con más luz, a patria cierta.
Su recuerdo, nos ayuda
a pisar firme la greda,
a encontrar un buen destino
y a descifrar las respuestas,
que anhelamos todos antes
de descansar en la tierra.
El amor suele esconderse
detrás de espinas inmensas,
en los bosques más oscuros,
o debajo de las hiedras.
Y depende de nosotros...