I
Porque no estaba prohibido,
yo abusé de las palabras,
agradeciéndole a Dios
la herramienta que me daba.
(Cuando el destino te niega
de plano las otras armas,
nada mejor que diez dedos
¨versorragiando¨ a sus anchas…)
II
Y por llegar a tu orilla
logré soltar las amarras,
¡en mi vida había nadado
en tan tumultuosas aguas…! ;)
A mi vieja por testigo,
llamaría, si escucharas…
¡Yo antes jamás me animé
ni al mar de una palangana!
III
Y así fue… que fui a tu puerto
sin que se enteren mis guardias,
y me escapé del palacio
sin que el dragón despertara.
Algunos cuentos están
¡hechos con tantas pavadas...!
pero hay otros que desvelan
las realidades más francas.
IV
En fin, como te decía,
abusé de las palabras,
y en ese uso y abuso,
nadie me puso una traba.
Ni el mundo, por no enterarse,
ni vos, por pura desgana.
(Nadie sale a frenar olas
si no azotan su comarca...)
V
PERO el precio por gastar
ese recurso a mansalva,
fue comprender que: no es bueno
confundir letras con balas,
que no he encontrado las justas
para tumbarte las vallas,
y aunque infinītus porfié…
no fui capaz de inventarlas.
VI
Que la poesía es apenas
el eco de una guitarra,
que si no tiene las cuerdas
ni la madera…¡se apaga!
Que no he encontrado el soneto
ni la décima bizarra,
que de mi pluma naciera,
para romper tu coraza.
VII
Que tu laurel, que tu premio,
¡que esa magnífica palma!
deben estar destinados ¿?
al buen hacer de otra dama.
Que ella quizás no combine
media frase sin pifiarla,
pero te encuentre la vuelta...
y vos le entregues el alma.
VIII
(Y para darle ya término
a este romance con máculas)
quería manifestarte,
por si alguna vez dudaras…
¡Que no existe otro tesoro!
más precioso que tu alma.
Ergo, que si otra consigue
distinción de tal escala,
¡la obligues! (serenamente…)
con sangre y vida a cuidarla,
y a darle el valor que tiene
-so pena- de arrebatársela.
IX
Y que si acaso ésto ocurre,
(Dios no apruebe tal desgracia…) :P
me avises a mí en el acto
¡para QUE VUELVA A LA CARGA!
X
Es una lástima, che...
¡que habiendo tantas palabras!
yo no haya dado en las justas
para llegar a tu alma