El caballero invisible
ocupa espacio real,
me va curando del mal
con su remedio intangible.
Y en una gesta invencible
me abraza sin brazo alguno,
es primero, es franco, es uno,
su silencio tiene voz
y es un atisbo de Dios
en el que suave, me acuno.
El caballero invisible
destierra aquella teoría
de inútil filosofía
que dicta que lo imposible
es imposible de ver,
y aún no siendo, puede ser,
azúcar en una herida
y en la muerte, pura vida,
con sólo estar y entender.
El caballero invisible
ocupa espacio real,
y es una burla virtual,
sublime e imprescindible