I
Cuatro años ya… que espera que lo arranque.
Una magia muy extraña no lo seca.
(quien no deja de querer, de odio no peca)
y quizás sea el propio Dios el que me banque,
o Natura, no lo sé, ni he de saberlo.
Es el último bastión (la última cuita)
agarrado en la postrera margarita
que parece que presume por tenerlo.
II
Yo no quiero confirmar que no me quiere,
y jamás éso ha escapado de su boca.
Es normal, nunca he sabido que una roca
le confirme o no su amor a las mujeres…
Pero el punto en este extremo es que prefiero
ignorar una certeza que podría
destrozarme el corazón y me hundiría
en un mundo de tristeza que no quiero.
II
Sí. Ya sé... no me lo digan, es mejor
conocer, que no saber ciertas verdades…
=)
pero el mar de la ignorancia es como un Hades
en que el alma no se muere de dolor.
Es probable que ame a otra – yo no puedo
competir- estoy clavada en una cruz
que simula ser un púlpito de luz,
y por eso tan pacífica me quedo…
Si el Destino me brindara la ocasión,
a cualquier rival ¡de un golpe! sacaría.
No nació la que me gane en osadía
si el trofeo es conquistar su corazón.
III
Ese pétalo me dice que quizás
él me quiere y no ha podido confesarlo,
eligiendo la postura de callarlo
en virtud de que asegura así, la paz.
Hay historias tan complejas, hay amores
que no pueden revelarse enteramente
y es más propio reservarlos plenamente,
confinando su esperanza entre las flores;
esperanza que en mi caso, se limita
a este pétalo postrero y solitario
(cual si fuera última cuenta de un rosario)
aferrándose a una pobre margarita.
esperanza que en mi caso, se limita
a esa pobre y desgajada margarita...