Cierta historia...- cuenta una leyenda-
le devuelve esperanzas perdidas,
tanto al Ser que sigue en esta Vida
como a aquél que traspuso la Senda;
y el Amor ve a la Muerte burlada,
más allá de la última estocada.
I
Recibió doce flores de humo
con los pétalos hechos jirones,
imitando nubes a montones
con la informe sustancia del grumo.
Las miró como quien mira el cielo
sin mover las pupilas del suelo.
II
Decidió que el florero pequeño,
que afirmado en el mármol lucía,
con agrado las conservaría
en su linfa teñida de ensueño
(como el agua de un río sin tiempo
y de pronto corromperse, exento).
III
Se alegró con los recuerdos bellos
de su amor, los que el perverso Olvido
no ha borrado porque no ha podido
deshacer. Nadie puede con ellos...
Y sintió ese beso enamorado
de aquel hombre que dejara el ramo.
IV
Lo dispuso en la mesa invisible
que cubría un mantelito gris,
recorrió con sus yemas, feliz,
cada rosa fría e intangible;
y con una imposible sonrisa
dio las gracias, sin voz y sin prisa.
Esta historia- cuenta una leyenda-
le devuelve esperanzas perdidas,
tanto al Ser que sigue en esta Vida
como a aquél que ya cruzó la senda;
el Amor ve a la Muerte burlada,
más allá de la última estocada.
Y la escena, (cambian los actores…),
se repite con mágico aserto
en el Mundo de todos los Muertos,
cada vez que alguien les lleva flores.