I
Aunque sea un dato menor
en nuestro vasto universo,
hoy quiero contar que yo
sé de memoria tus versos.
Cada poema nacido
del que te late en el pecho,
he trasladado al papel
con nombre de autor impreso.
Y hasta el día en que mis ojos
ya no me dejen leerlos,
como un tesoro invaluable
voy guardarlos con celo.
II
Será que su don me viene
a compensar tu silencio,
porque sos vos el que habla
sin querer, a través de ellos.
Y se me graba en el alma
el milagro de su arpegio
en las noches congeladas
que se me niega hasta el sueño.
Los abrazo entre las sombras
y susurrando, los beso,
como si fueran el dulce
trasunto de un Padrenuestro.
III
Me voy quedando dormida
atesorando el secreto,
entre mi boca y mis manos,
como un regalo del cielo.
Y en esa ardiente plegaria
le voy ganando al invierno
la batalla del insomnio
y la pulseada del tiempo.
El Dios que todo lo ve
es testigo verdadero
de que por gracia elegida,
sé de memoria tus versos…
Quizás porque la poesía
tiene el pragmático ingenio
de anunciar lo que otros callan,
con fe y a los cuatro vientos.
IV
Sé bien que no están escritos
para mí, pero establezco
que ya no te pertenecen.
(La idea es de Umberto Eco…)
Por ende, sin importarme
para quiénes fueron hechos,
he decidido guardarlos
en sitio de privilegio.
Como si hubieran estado
inspirados en mis besos,
en todo lo que te amé,
y en honor de mis ¨Te quiero¨.
Quizás porque la poesía
tiene el pragmático ingenio
de anunciar lo que otros callan,
con fe, y a los cuatro vientos.
Y aunque sea un dato menor
en nuestro vasto universo,
hoy quise contar que yo
sé de memoria tus versos...