La vida no es un tango. Una quisiera
taconear con aguja en las esquinas
mordisqueando una rosa, y las inquinas,
y dos guapos cayendo en la trampera
del amor, rematándose la suerte,
el puñal en la sisa del chaleco,
el pañuelo punzó asomando el fleco,
y apostando por una: vida y muerte.
Pero no, no es un tango, es otra cosa:
Es abrir la ventana y asomarse
y elegir si esconderse o si arriesgarse
a la luz, que podría ser peligrosa.
Y es el sol y es la sombra cada día.
Y es (con suerte) un poco de poesía.
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