Tu Nombre, ese
gigante desvelado
que rompe los cristales, que me mira
después de haber negado la mentira
tres veces. Que me muerde en un costado.
que rompe los cristales, que me mira
después de haber negado la mentira
tres veces. Que me muerde en un costado.
Que escribe sobre el
agua este poema,
que mueve con su lengua mis cimientos,
que advierte que sublima mi tormento
burlando con poesía el anatema.
que mueve con su lengua mis cimientos,
que advierte que sublima mi tormento
burlando con poesía el anatema.
Tu nombre, ese puñal,
esa pantera
que corre por mi sangre como un sismo
y clava entre mis piernas y el abismo
un puente hacia el incendio, aunque no quiera.
que corre por mi sangre como un sismo
y clava entre mis piernas y el abismo
un puente hacia el incendio, aunque no quiera.
Tu Nombre, ese motor, esa herejía
que puede ver (detrás de tanto humo)
que el pan sobre mi mesa oculta el grumo.
Que va llenando el hueco de mis días.
Que me hace suponer
que existe un cielo
ardiente y al alcance de mi mano,
que es claro, unigénito y no en vano
guardar el atributo de un deshielo.
ardiente y al alcance de mi mano,
que es claro, unigénito y no en vano
guardar el atributo de un deshielo.
Que endulza cada
lágrima, aunque sabe
que me mostró la puerta, y no la llave…
que me mostró la puerta, y no la llave…
Q U I E R O L A L L A
V E